De: "Eliseo GXmez-Senent" Para: Asunto: Coaccion disparatada en la Universidad Fecha: miércoles, 14 de enero de 2004 9:50 Coacción disparatada en la Universidad Si alguno de nuestros representantes políticos enviara a toda la comunidad de votantes un correo electrónico en el que, tras la justificación de un encuentro de confraternización y apoyo, nos pidiera que pulsáramos una tecla para confirmar nuestra asistencia, o bien otra si nos adherimos a la iniciativa pero no podemos asistir, o una tercera, si no queremos recibir más información sobre su persona, ¿cómo responderíamos?. Seguramente, nos ofenderíamos al intentar ser manipulados de una forma tan burda y no entraríamos en el juego de la encuesta fantasma que destapa con nombres y apellidos el pensamiento libre de cada cual. Bien, está claro que ni los políticos están tan locos como para plantear algo así –transgredir la libertad individual y el voto secreto-, ni los ciudadanos valencianos son tan tontos como para dejarse engañar de una forma tan evidente; otra cosa son los que venden su dignidad, a sabiendas, por intereses particulares. Aunque les parezca imposible, esta idea tan descabellada se está llevando a la práctica en el medio más exigente a nivel intelectual y en el que la sociedad deposita su mayores esperanzas de futuro en cuanto a espíritu crítico, ecuanimidad, honradez y racionalidad: la Universidad. Y en concreto, en la Universidad Politécnica de Valencia. Aunque con una salvedad. En este caso, ni siquiera el ideólogo beneficiado, el rector actual, tiene el valor de suscribir la autoría del mensaje; lo pone en manos de cinco incondicionales para, una vez más, tener las espaldas cubiertas. ¿A que parece imposible?, ¿a que tanta perversión no es propia ni de representantes públicos, sea el foro que sea, ni de personas respetuosas con la independencia de criterio de sus convecinos?. ¿Cómo es posible que el rector de una universidad con algo más de 35.000 miembros desprecie la inteligencia de sus profesores para conseguir su reelección y disfrutar 22 años del cargo? ¿Tanto se juega como para que todo valga? No creo que nadie piense en la inocencia del envío. Por la razones aducidas y por su propia trascendencia. En esta comunidad todos sabemos de las filias y fobias de nuestro rector y de lo mucho que influye en el futuro de cada cual y de su grupo. Algunos compañeros, a estas alturas (la convocatoria es para el jueves día 15 de enero), no saben lo que es peor: si anunciar que van, sin querer hacerlo y evitar represalias para ellos y los suyos, o no contestar y que te metan en el cajón de los indeseables para siempre, porque no contestar significa negar el apoyo. Muchos profesores que quieren que los dejen tranquilos y mantener su anonimato en cuestiones de política universitaria se han quedado sin opción a tecla. La disyuntiva es abrumadora. Resulta sorprendente también que se plantee la presentación pública de la candidatura sin mencionar al personal de administración y servicios (el alumnado ya recibió su carta personalizada hace unos días), o quizá se trate de una manifestación, más clara aún si cabe, de la verdadera atención que realmente se desea prestar a dichos colectivos. En fin, nos parece tan increíble la carta por su finalidad, como en el propio mensaje que se nos quiere transmitir en su introducción. En ella se nos advierte que nuestro actual rector es la mejor alternativa “para una etapa en la que se producirán profundas y complejas transformaciones”; algo que suena a temor más que a esperanza, y que no se corresponde con la nula capacidad de buscar vías de consenso y de fomentar el debate abierto y en profundidad sobre los grandes temas que afectan a nuestra Universidad. Hace tiempo que nos tiene acostumbrados a ello; nos remitimos al último mandato plagado de sorpresas e irregularidades ajenas a lo pregonado en un programa electoral en el que algunos creímos. Entre otros valores como candidato señalan “que ha demostrado liderazgo y capacidad de dirección”. Todos sabemos que en sus 18 años de mandato no ha conseguido ninguna ascendencia ni en el marco social ni en el universitario (Consejo de Coordinación Universitaria). Y que su capacidad de dirección se traduce en tomar decisiones por impulsos, sin meditar, lo que hace que cambie de opinión y rumbo demasiadas veces, también bajo la influencia de un grupo de presión que lo tiene maniatado (porque lo consiente). Al parecer, con él “la UPV ha ganado en prestigio académico y social”. Algo que no es del todo cierto. Siempre perdemos con las comparaciones (UPM o UPC, entre otras) y los índices globales de investigación, aunque tenemos grupos de primer orden, son un claro exponente. Del ámbito social sería mejor no decir nada. Nunca se manifiesta en público y se esconde tras su “plena independencia intelectual” (no sabemos si se refieren a corrientes de opinión científica o política) para ocultar que las personas de la UPV tenemos criterios y opiniones sobre los temas candentes con los que tiene que enfrentarse nuestra sociedad: guerras, injusticias, cuestiones relativas a la identidad valenciana, acontecimientos históricos, culturales, etc., aunque nuestro máximo representante las ignore.¡Ya está bien! Y por no cansarles más, decir que también tenemos que comulgar con ruedas de molino y aceptar que es imprescindible apoyar a Justo Nieto por “su carácter innovador y su espíritu abierto”. Innovador al utilizar los fondos públicos como si fueran suyos propios, al apabullar a la gente con inversiones pretenciosas, opacas y, en ocasiones, inútiles y al ser también los primeros en implantar cualquier sistema que suponga engordar las arcas de nuestra universidad, algo que no es negativo en sí, salvo por su carácter prioritario en un ámbito de cultura y conocimiento. Aunque su espíritu abierto es cierto. Es dialogante, aunque sólo con grupos reducidos (nunca se enfrenta ni debate en foros numerosos), siempre dice que sí a todo, y luego cumple poco; si insistes tras un incumplimiento suyo, lo normal es no poder volver a conseguir cita y empezar a deambular por la vía indirecta, sus adláteres (personajes de confianza que no forman parte del gobierno de la universidad). Podríamos entrar en muchas más particularidades, casi todas de gran calado, pero la cuestión no es esa sino cómo digerir las consecuencias de esta última iniciativa. Estamos dispuestos a luchar por mejorar las condiciones de nuestra universidad, partiendo de lo bueno y malo que tiene, a trabajar por su democratización y participación activa, a abrir nuevos cauces de responsabilidad compartida, a implicar a la mayoría en un proyecto de progreso que nos empuje hacia delante y nos devuelva la ilusión. Pero no podemos aceptar el juego sucio, ni que manipulen a las personas. Ahora, de repente, en precampaña nos sorprenden con esto. Algo que pasa por humillarnos como seres inteligentes y despreciarnos como personas libres. Al final de este escrito no se encontrará ninguna casilla para que manifiestes públicamente tu intención de voto, que deseo que se realice con la mayor libertad e independencia. Todo lo dicho lo asumo como miembro de la UPV y futuro candidato a rector. Eliseo Gómez-Senent