REBELION EN LAS
AULAS.- Los rectores insisten. Si en el curso pasado levantaron la voz
enfrentándose a la Administración, en este vuelven a la carga.
En todos los actos de apertura del año académico tienen previsto
leer un manifiesto en el que exponen cuáles son las necesidades
que tiene la universidad española con vistas al futuro. Las líneas
básicas de este documento pasan por una modificación de la
Ley de Reforma Universitaria (LRU); pasa por un pacto entre las administraciones
autonómicas y central que garantice la calidad de las instituciones
de estudios superiores; y pasa por el aumento de la financiación
de las universidades españolas, «las peor financiadas de la
Unión Europea, si exceptuamos a Grecia». Pero los responsables
de la Administración hacen su contrarréplica y señalan
que los asuntos que vuelven a plantear los rectores están resueltos
o van por buen camino.
Los rectores de las universidades españolas
tienen pocas ocasiones para mostrar su unidad, pero cuando se unen contra
un enemigo son implacables. Esperanza Aguirre vuelve a ser el blanco de
sus protestas. Ya el año pasado le pidieron a la ministra de Educación
y Cultura que resolviera el problema económico de la universidad
y que tomara cartas en el asunto del excesivo número de asignaturas
que tenían los estudiantes. Este año le dicen a la ministra
que las soluciones pasan por algo más que las tomadas con carácter
temporal o con unos simples parches porque cada año que pasa las
cifras negativas se acumulan.
Le recuerdan que las universidades
españolas son las peor financiadas de la Unión Europea a
excepción de Grecia y le piden un pacto entre el Estado central
y las comunidades autónomas que garantice la calidad y la competitividad
de los centros de enseñanza superior. Le echan en cara que después
de dos años y medio de legislatura su departamento no ha dado a
conocer cuál es la política universitaria a seguir.
Pero los responsables del Ministerio
de Educación no se quedan callados y hablan de objetivos cumplidos.
En declaraciones a EL MUNDO, Manuel Jesús González, secretario
de Estado de Universidades, afirma que, de los cuatro grandes asuntos en
los que se resume la protesta de los rectores (asignaturas, doctorado,
familias numerosas y modificación de la LRU), «tres están
resueltos y el cuarto -la LRU-, que está pendiente, se está
llevando por buen camino».
Manuel Jesús González
habla de que hace escasos meses que se llegó a un acuerdo básico
con los rectores sobre la futura LRU. «Seis meses no es nada cuando
estamos hablando de una ley orgánica que necesita contar con mayoría
en el Parlameto. En la actualidad se están cerrando flecos importantes
con nuestros socios parlamentarios», afirma.
Y mientras llegan las soluciones y
los acuerdos cristalizan, la Conferencia de Rectores de las Universidades
Españolas (CRUE) ha impulsado un trabajo para intentar realizar
un diagnóstico exhaustivo del actual estado de la enseñanza
superior en nuestro país que amenaza con mostrar las vergüenzas
más íntimas de la universidad española.
Inspirado en el Informe Dearing (análisis
realizado en el Reino Unido como tirón de orejas a la máxima
institución académica), la versión española
del trabajo corre a cargo de Josep María
Bricall, presidente de los rectores europeos y ex rector de la Universidad
de Barcelona.
Antes de que acabe el presente curso,
el Informe Bricall será llevado al parlamento para que los políticos
faciliten las soluciones a los problemas más acuciantes.
«La sociedad ha de entender que
la Universidad es una institución fundamental en el desarrollo»,
dijo ayer Saturnino de la Plaza, presidente de la CRUE, quien anunció
que el trabajo será «un análisis amplio» y reclamó
una «mayor implicación» de todos para mejorar la enseñanza
superior.
Profesorado.- El pasado curso, Ministerio
de Educación y rectores pactaron la modificación del Título
V de la Ley de Reforma Universitaria (el referido al profesorado). Aquel
plan ha quedado hecho añicos, según el presidente de la CRUE,
por la «falta de transparencia y lentitud» del Gobierno a la
hora de plasmarlo. «La CRUE participó, pero pasados seis meses
estábamos sin noticias, este hecho ha ocasionado que nos desvinculemos
del texto que suscribimos, nos apartamos de un documento en el que no se
han dado pasos adelante», dijo. Los rectores consideran «urgente»
la reforma del Título V de la LRU y abogan por un profesorado «estable,
contratado y más profesionalizado». De la Plaza mostró
su criterio «favorable» a la creación de las nuevas
figuras de profesores contratados y no permanentes que se recogían
en el borrador inicial. Actualmente hay más de 20.000 docentes asociados
o ayudantes que carecen de contrato estable. Arreglar su situación
supondría invertir alrededor de 20.000 millones de pesetas más.
Financiación.- El presidente
de la CRUE reclamó ayer que el Parlamento fije un marco de «mínimos»
en los que se mueva la financiación de la universidad y así
se prevengan las desmesuradas diferencias que pueden darse entre los distintos
modelos autonómicos. Saturnino de la Plaza denunció que mientras
el gasto por universitario en los países de la OCDE es de 8.000
dólares de media, en España es de 4.000. Es decir, la mitad.
Según los rectores, nuestro país está muy lejos del
1,5% del PIB que destina de media el resto de la UE. La inyección
económica que se necesita es estimada por la CRUE en unos 400.000
millones de pesetas.
Planes de estudio.- Los planes de estudio
han sufrido cinco modificaciones en los últimos 10 años.
El pasado curso se aprobó la reforma de los actuales. El nuevo diseño
prevé una concepción más práctica del crédito
y la imposibilidad de cursar más de seis asignaturas a la vez. El
problema es que este año sólo un 10% de los planes de estudio
se ha adaptado al nuevo marco legal y ha sido homologado por el Consejo
de Universidades. El plazo para que todos (unos 1.700) entren en vigor
concluye en el año 2000, algo que será «muy difícil»
según los rectores.
DOCUMENTO DE LOS RECTORES
Una propuesta para la protesta
Al comienzo del curso 1997-1998, los
rectores de las universidades españolas señalamos algunas
circunstancias que suscitaban una preocupación generalizada en la
comunidad universitaria. Un año después, se ha avanzado en
algunas de las cuestiones entonces planteadas, como la reforma de los planes
de estudio y del tercer ciclo, aunque con un retraso que ha provocado que,
en el curso que inauguramos, sólo el 10% del total de los planes
existentes en las universidades han podido beneficiarse del nuevo marco
legislativo.
Pese a estos avances, continúa
sin conocerse oficialmente cuál es la política universitaria
del Ministerio de Educación y Cultura. La falta de definición
ministerial, tras casi dos años y medio de legislatura, sigue generando
incertidumbre y dificultando la racional programación de la actividad
de las universidades.
En su discurso con motivo de la apertura
del curso académico 1997-1998, en la Universidad de Córdoba,
la señora ministra de Educación y Cultura ofreció
a las fuerzas políticas y sociales un Pacto de Modernización
Universitaria. La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas,
con la voluntad de poder contribuir a este pacto, ha promovido la realización
de un estudio sobre la situación actual y las perspectivas de futuro
de la enseñanza superior, para el que esperamos contar con el patrocinio
y participación del Parlamento, como garantía de representación
de la voluntad popular, elemento imprescindible en el diseño y acuerdo
de políticas de Estado de largo alcance.
Pero esta iniciativa no puede hacer
olvidar los graves perjuicios que está ocasionando la lentitud y
poca transparencia con que parece tramitarse la modificación del
Título V de la LRU, ni la necesidad de prever la financiación
adecuada para la aplicación de la reforma. Sin esta financiación
no se hará sino agravar un problema que desde hace años está
afectando muy negativamente al desarrollo de la actividad universitaria.
Las universidades españolas,
las peor financiadas de la Unión Europea si exceptuamos a Grecia,
precisan del establecimiento de un marco estatal de mínimos que,
fruto del pacto entre la Administración del Estado y las comunidades
autónomas, garantice la calidad y competitividad de nuestras instituciones
en el contexto internacional y equipare su financiación con las
de nuestro entorno.
La cantidad a compensar a las universidades
por los menores ingresos que les viene ocasionando la nueva definición
de familia numerosa alcanzará este curso del orden de los 32.000
millones de pesetas -frente a los sólo 7.000 millones aprobados
este año y que todavía no han comenzado a distribuirse- agudizando
aún más la situación.
En cuanto a la coordinación
del sistema universitario español es necesario encontrar, de manera
urgente, fórmulas que permitan conseguir una satisfactoria relación
entre los aspectos académicos y político-económicos
en el seno del Consejo de Universidades. La ausencia de rigor académico
en algunos de los nuevos proyectos universitarios que se han sometido a
la consideración del Consejo, tal como se ha señalado por
la Comisión Académica en sus informes preceptivos, debe hacernos
reflexionar sobre la necesidad de garantizar la calidad del servicio público
de la educación superior universitaria.
Este documento ha sido elaborado por
la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE)
para su inclusión, si así se desea, en los discursos de apertura
de curso.