Homenaje a Josefina Samper, mujer de Marcelino Camacho
La sección sindical de CC.OO. de la Universidad Politécnica
de Valencia organizó el pasado jueves una cena- homenaje a Josefina
Samper Rosas, en reconocimiento de su labor en favor de los derechos de
las trabajadoras y trabajadores, doblemente silenciada en la historia oficial
por su condición de obrera y de mujer.
Se celebró en el restaurante La Vella y contó con
la asistencia de su compañero Marcelino y de destacados sindicalistas,
de varios catedráticos y decanos de universidad (también
de la de Valencia), del diputado Joan Ribó y del concejal Antonio
Montalbán de Esquerra Unida, así como de algunos artistas
e intelectuales. En total, más de 200 personas.
Aprovechamos su presencia en nuestra ciudad acompañando
a su marido, recién nombrado doctor honoris causa por la UPV, para
acercarnos a la vida de esta mujer.
-¿Cómo conociste a Marcelino?
Lo conocí en Orán. Él se escapó del
campo de concentración de Marruecos español, pasó
al Marruecos francés y llegó hasta Orán donde yo vivía.
Pesaba 42 kilos, mojado, y llevaba un traje de presidiario. Yo era de las
juventudes socialistas unificadas, luego pasé al partido, él
se cambió a mi barrio…
-¿Cuántos años juntos?
Llevamos 53 años de casados.
-¿Cuál fue el momento que más le echaste
en falta?
Sobre todo los diez últimos que se pasó en Carabanchel.
Aparte de otras condenas, los últimos años de Franco él
se los pasó en la cárcel. Mis hijos eran pequeños
y cuando salió ya estaban casados y con hijos.
- Tú le tejías jerseys para que no pesara frío
en la tercera galería.
¿Tuviste alguna vez que destejerlos, como Penélope?
Bueno, destejer he destejido los viejos y mezclarlo con la lana
de otro viejo, para hacerle uno nuevo. Pero destejer así, pues no.
-¿Cómo ha sido tu vida?
Una vida de militante, como era él, consciente de que
estábamos metidos en la lucha y de que era una situación
difícil y dura a la que había que enfrentar. Pero te podría
decir que si tuviera que volver a empezar, volvería.
-¿A qué cosas has tenido que renunciar?
Como he tenido una infancia bastante fastidiosa, porque mis padres
fueron emigrantes económicos, pues la vida no ha sido fácil.
Mi madre tuvo que ponerse a asistir, mi padre trabajaba en una mina a cielo
abierto. Yo desde muy pequeña he hecho las comidas, que algunas
veces hasta me he tirado la olla encima, porque como me tenía que
subir en una silla, se me daba la vuelta.
Luego Marcelino trabajaba en Perkins, tenía un buen salario,
vivíamos desahogadamente… y meterlo en la cárcel fue cortar
todo eso. Siempre me negué a que nos dieran dinero, porque nosotros
teníamos que salir con nuestro propio esfuerzo adelante, ayudarle
a él en la cárcel; apoyo siempre de mi familia y de vecinos
que te traían alguna cosa para que le llevara dentro. Pero lo gordo,
gordo, nosotros solos.
-¿Cómo lleváis la vida de jubilados?
Pues mira, yo siempre le decía a Marcelino ¡qué
ganas que te jubiles!, a ver si podemos cumplir con esos compañeros
que quieren que pasemos un día con ellos…, pues todavía no
lo he conseguido. No paramos de ir a reuniones, actos, manifestaciones,
a cualquier cosa que nos llaman. Nuestra vida es casi igual de agitada
que cuando éramos jóvenes. (Camacho tiene 83 años).
- ¿Cómo ves a Marcelino doctor honoris causa?
Hombre, como está recién nombrado… veremos a ver;
no creo que se le suban los humos, porque si no le hecho un jarro de agua
para apagarle el fuego. Él dice que no, pero yo le vi emocionado.
Yo me he alegrado, primero porque es la primera vez, yo creo que en el
mundo, que una universidad, a dos obreros… Pienso que es merecido porque
tanto Nicolás Redondo, como Marcelino, han hecho un trabajo sindical
muy amplio, para mí, muy bueno, y creo que ha sido merecido darles
esa distinción.
-¿Quieres añadir algo más?
Yo diría que he sido una mujer luchadora, pero siempre
en la sombra. Hoy me encuentro emocionada, pero opino que no es para mí
el homenaje sino que es a miles y miles de mujeres que se han sacrificado
por llegar a esta democracia, que no es enteramente la que yo deseaba,
yo quería otra cosa mejor, pero, ya lo he dicho antes, que no me
arrepiento de nada.
Después de la cena hubo se leyeron adhesiones, como la
del Gran Wayomin y Pepe Rubianes, y hubo diversos parlamentos, de Joan
Sifre, secretario general de CCOO del PV, entre otros. El escultor y profesor
de BBAA, Jaime Tena, y el ceramista Dionisio Vacas, le hicieron entrega
de sendas obras personales, cerrando el acto las palabras emocionadas de
la homenajeada, Josefina Samper, una mujer de las que siempre han sido
la sal de la tierra. Y las especias en las comidas, aunque fueran
carcelarias.
Xavier Corrales
Técnico
de laboratorio UPV
xacorral@upv.es
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